Nos aferramos con las dos manos a los objetos, como si deshacernos de ellos fuera a borrar las historias que cuentan.
Esta es la historia de Camila, una señora aparentemente feliz; tanto, que no me hubiera imaginado que su casa parecía estancada en un periodo del pasado.
No supe en cuál exactamente, pero sus paredes gritaban: “ayuda”. En el aire se percibía un abandono, como si el tiempo se hubiera detenido allá por los años noventa.

Sus espacios necesitaban atención. Tal vez la misma atención que Camila no lograba darse a sí misma. Pero debo reconocerle algo: la llamada al cambio vino genuinamente de ella. Me habló para pedirme ayuda con la remodelación del exterior de su casa. Quería más colores y formas para cubrir —e ignorar— todo aquello que estaba dentro.
Sin saber bien de dónde venía el presentimiento, le pedí que me mostrara su recámara. Usualmente no lo hago, porque es un área íntima, pero no lo pude evitar.
Al entrar a ese espacio olvidado, me golpeó una urgencia profunda. Seguramente la misma que pedía, a gritos, un cambio más hondo dentro de Camila.
Me encontré con lámparas que deberían estar empotradas, colgando del techo. —¿Y eso? —le pregunté. Casi parecía una instalación artística de algún diseñador conceptual obsesionado con hacer diferente lo que solo necesita ser funcional.
“Sus espacios necesitaban atención, tal vez la misma atención que ella necesitaba para sí misma”
—¡Ah! Esas están así desde que compré la casa. Nunca vinieron a arreglarlas.
Como si las lamparas me gritaran “Mentira!” ella nos dejó así, igual que la falta de pintura, las humedades, la cama sin duvet ni tapete, polvo acumulado entre las repisas, los accesorios, las fotos y acumulación de cosas que le suplicaba que prestara atención.
Hoy Camila por fin lo hizoh, se puso a ella de primero. Me platicó orgullosa que esta casa la compró sola a base de trabajo y esfuerzo.
No se percató de que 20 años llevan las lámparas colgado… y es que cuando menos nos damos cuenta ya han pasado 7 días, 1 mes, 2 años … en fin!
Tal vez tanto trabajo fue justo lo que la hizo olvidarse de ella y ponerse de tercero, pero ahora escribirá una historia diferente y me siento feliz de ser parte de ello.
—Necesitamos empezar por aquí —le dije, sin dudar y sin preguntar. Con el deseo de que, entre líneas, ella también lo deseara. Este no era un espacio entre su lista de deseos a remodelar, para mi era el más urgente.
Y es que Camila es mi amiga. Es una persona que me ha ayudado antes, y yo soy de las que cree que quienes nos rodean están ahí por algo, para algo y que para que seamos una mejor sociedad es importante que nos impulsemos los unos a los otros, Si en esto puedo serle útil, lo haré.
—Y lo primero que vamos a hacer es limpiar.
Camila me miró con sorpresa… y tal vez con agradecimiento.
Como sé lo difícil que es desprendernos de las cosas, no podía desaprovechar que, aun con miedo en la voz, me dijera que sí a la primera. Como tenía la mañana libre, me ofrecí a ayudar ese mismo día.
—Vamos a necesitar dos bolsas de basura. Una para donar y otra para tirar.
Empezamos por el librero de su recámara. Sacamos llaves de coches inexistentes, identificaciones vencidas, clips, aretes sin par y otra joyería oxidada. Objetos que me hicieron preguntarme si, al deshacernos de esas historias guardadas y dejarlas en libertad, les estaríamos dando la posibilidad de que alguien más las apropie, les dé otra intención, otra historia, otra vida.
A veces, estas historias ni siquiera tienen sentido, pero las atesoramos sin cuestionarlo.
—Este baúl me lo regaló mi abuela —me dijo.
—¿Y te gusta? —le pregunté.
—No, la verdad no tanto.


Me imagino la reacción de la abuela al saber que, sin querer, heredó un peso más que un regalo. Seguro ella misma lo tiraría sin pensarlo.
Nos tomó tres días limpiar toda la planta alta de su casa. Sacamos incontables bolsas llenas de ropa, toallas, colchas, portarretratos, maletas, papeles, películas, libros… todo con fechas de vida caducas.
Los días de trabajo terminaban cuando Camila decía: “Hasta aquí por hoy”. Y es que es admirable el trabajo interior que implica desprenderse de esas cosas que, sin querer, llevan historias prendidas del alma. Yo respetaba su proceso…
— ¿mañana seguimos?
—Sí —me respondía su lado más valiente.
Cuando terminamos, Camila se veía más ligera, más sonriente, más cercana a ella misma. Sus hijos emocionados y agradecidos con su mamá por estar haciendo esto para si misma, ellos también reflejaban más fluidez en su actitud hacía ella cuando ocasionalmente llegaron a interrumpir entre tanto sacar de cosas. Y sus paredes, por fin, quedaron listas para ser renovadas por fuera, y así fue como empezamos con la remodelación de su casa, teníamos un blank slate, ó una hoja en blanco.
El Interior de su casa se respiraba más fluido, menos estancado, se actualizo a la energía de cambio del momento. Depuramos para poder sembrar lo nuevo y así 3 meses después cosechar una nueva fachada exterior, una nueva recámara, una nueva cocina y baño de visitas. Todo quedó pristine y sobre todo en congruencia con la nueva versión de Camila, su casa ahora estaba alineada a ella: renovada por dentro y por fuera.
Esta historia no está basada en hechos reales, Y si fuera real los nombres e historia de los personajes serían alterados, o tal vez solo son las historias que me cuentan las paredes de su casa.
PARA TU CASA:
- Que no te detenga sacar algo justificándolo con “ voy a buscar a quién le sirva” es solo una manera de postergarlo y lo más seguro es que solo se quedé ahi más tiempo o inclusive nunca lo saques. Es mejor hacerlo sin titubear, sácalo confiando en que al donarlo llegará sin duda a alguien que más le sirva aún que no sepas quién es.
- Hay objetos que traen memorias positivas y hay otros que no, guarda con proporción solo los que sí.
- Dona o regala a uno o dos lugares máximo, si divides demasiado las cosas vas a hacer más complicado el proceso de desprenderte de ellas.
- Se honesta contigo ¿que atención le prestas a los lugares que habitas?
- Deja de romantizar las cosas, Lo que no te es útil pero almacenas esperando que tus hijos tengan a sus hijos y les quede el outfit con el que salió del hospital. Sugerencia: Regálale esta prenda a tu hijo y ya él decidirá si lo guarda o no.
- Ponte metas claras, puede ser una habitación por día y en una semana terminar por lo menos cuatro áreas de tu casa.
- Liberar espacio no significa que ahora vas a comprar más cosas para volver a llenarlos, a veces los espacios vacíos generan ansiedad pero con el tiempo te sentirás más liberada y podrás fluir.
- Disfruta el proceso! Esto puede ser tan divertido ó difícil como tú decidas, te sugiero acompañarte de una amiga como Camila y yo, ó de tu familia Teniendo siempre en mente el objetivo que es depurar los espacios, para que no haya distracciones y se puedan concentrar en la labor.